lunes, 25 de noviembre de 2013

Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.


          

              Era como un cerezo en las frías escarchas del invierno.
              Arbol sin hojas, alma sin ilusiones, ojos sin ver las chispitas de luz de cada día,
               Las luciérnagas del cielo en cada noche.
               Tronco  yermo, retorcido y reseco, esperando la savia de la tierra.
                Y llegaste tú.
                Con la fuerza de tu  sangre.  Con el ardor de tus ojos.  Con las suaves caricias
                 De tus manos.  Con todo el amor guardado en las entrañas de la tierra.
                 Envolviste mis ramas secas con el calor de tu brisa.
                 La vehemencia de tus besos renovaron mi savia.
                 Me cubriste toda con el rocío de la mañana.
                  Me vestiste con el suave colorido de tus flores.
                  Me llenaste de amor.
                  Mis ramas secas empezaron a brotar, brotes llenos de ti y de mí.
                  Nos hicimos uno en la belleza de aquel árbol.
                   Milagro de la primavera, que se repite cada año.


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